Durante décadas el dólar estadounidense ha reinado indiscutiblemente como la moneda de reserva global, apuntalando el sistema financiero internacional y consolidando la hegemonía económica de Estados Unidos. Sin embargo, este dominio aparentemente inquebrantable se encuentra ahora en una encrucijada histórica.

La creciente tendencia hacia la desdolarización, impulsada por un número cada vez mayor de países que buscan alternativas al sistema financiero actual, plantea interrogantes sobre la longevidad de la supremacía del dólar.

Esta transición no surge de la nada. La erosión de la confianza en el dólar se ha ido gestando durante años, alimentada por Washington, que ha instrumentalizado su moneda para promover sus propios intereses geopolíticos. La imposición de sanciones unilaterales mediante el hostigamiento del dólar como arma económica contra instituciones financieras de países que desafían su línea política ha impulsado a numerosos Estados a buscar alternativas.

Incluso medios tradicionalmente alineados con el establishment financiero occidental, como el Financial Times, comienzan a mostrar indicios de preocupación ante la posibilidad real de una desdolarización. En un artículo publicado recientemente, el diario admite que el papel hegemónico del dólar se encuentra en una posición cada vez más frágil.

El Financial Times respalda su temor con datos concretos:

  • Disminución de las reservas en dólares. En 2016 más de 65% de las reservas de los bancos centrales mundiales estaban en dólares. A finales de 2023, esa cifra se redujo a 58,4%, según datos del FMI. 
  • Ascenso del renminbi. Mientras las reservas en dólares disminuyen, el yuan experimenta un auge sin precedentes. Entre 2016 y 2023 la cantidad de la moneda china en las reservas globales aumentó 188%.
  • Compra masiva de oro. Los bancos centrales de todo el mundo están acumulando oro a un ritmo acelerado. Este metal precioso, que actualmente representa 10% de las reservas mundiales, se considera un refugio seguro ante la incertidumbre geopolítica y las fluctuaciones monetarias.

El medio cita un estudio de economistas de la Reserva Federal de Nueva York que atribuye el declive de las reservas en dólares a «la disminución de las preferencias en dólares de un pequeño grupo de países —en particular China, India, Rusia y Turquía—». Sin embargo, el artículo también destaca el creciente interés de los administradores de reservas en aumentar sus tenencias de oro.

Rusia se ha erigido como un pionero en el proceso de desdolarización, impulsado por la necesidad de contrarrestar las sanciones impuestas por Occidente a sus instituciones financieras. Lejos de sucumbir a la presión, el Kremlin ha aprovechado la coyuntura para impulsar una profunda transformación de su sistema financiero, alejándose del dólar y fortaleciendo alianzas estratégicas, especialmente con China.

El Banco de Rusia y la Bolsa de Moscú, anticipándose a las sanciones desde marzo de 2022, implementaron una serie de medidas para blindar su economía. La creación de cuentas corresponsales con bancos chinos, el desarrollo de infraestructuras para el comercio en yuanes y la expansión del mercado extrabursátil son algunos ejemplos de esta estrategia. 

El impacto de estas medidas es palpable. La participación del yuan en el mercado de divisas ruso ha experimentado un crecimiento exponencial, al pasar de 1% a principios de 2022 hasta 53,6% en mayo del año siguiente. En contraste, el uso de «monedas hostiles» en las exportaciones rusas se ha desplomado de 86% a 21,5% en el mismo periodo. 

Los Brics+ se han convertido en un actor fundamental en el proceso de desdolarización que está reconfigurando el tablero geopolítico global. Bajo la presidencia pro témpore de Rusia han redoblado su apuesta por una mayor integración económica y financiera entre sus miembros. La propuesta de una moneda común del bloque, si bien aun en fase inicial, ha cobrado un nuevo impulso en los últimos meses. 

La reciente reunión de Ministros de Relaciones Exteriores del Brics+ en Nizhni Nóvgorod evidenció este compromiso. Los diplomáticos presentes subrayaron la importancia de «un mayor uso de las monedas locales en las transacciones comerciales y financieras» entre los países miembros. Esta declaración, que hace eco al llamamiento de la Declaración de Johannesburgo II de 2019, refleja la voluntad del bloque de reducir su dependencia del dólar y crear sistemas de pago alternativos.

En este contexto, la expansión de los Brics+ cobra especial relevancia. La solicitud de adhesión de nuevas naciones, como Venezuela y otros países que esperan unirse en la próxima cumbre de la plataforma en octubre, consolidaría su peso económico y amplificaría su capacidad de influencia en la escena internacional.

Un movimiento estratégico con potencial para dar más impulso a esta transformación del panorama lo gesta un antiguo aliado de Estados Unidos. Al unirse a los Brics+ y mostrar interés en aceptar yuanes en sus ventas de petróleo a China, Arabia Saudita marca un cambio de rumbo que tiene implicaciones críticas para la hegemonía de la moneda estadounidense.

Intentar predecir la rapidez con la que se materializará este nuevo orden financiero es adentrarse en un terreno especulativo. Pero hay una certeza: la desdolarización es un proceso irreversible que avanza con paso firme.

Esta transformación, gradual pero decidida, responde al deseo de un sistema financiero global más equitativo y representativo. Un sistema multipolar que fomente la cooperación y trascienda las hostilidades, para beneficio de todas las naciones.

Fuente: Misión Verdad